• La farsa de los cielos

    Thomas De Quincey

  • abril 2016
    traducción: Jerónimo Ledesma
    14 cm x 20 cm
    172 págs.
    ISBN 978-987-1598-52-7
    reedición

Thomas De Quincey (1785-1859) fue discípulo de Coleridge y de Wordsworth. Fuera de la novela Klosterheim y de una traducción o paráfrasis del Laocoonte de Lessing, su obra entera, que abarca catorce volúmenes, está hecha de artículos, que en aquel tiempo equivalían, en extensión y profundidad, a lo que hoy llamaríamos libros. Intentó, y muchas veces logró, como Sir Thomas Browne, una prosa tan poética como el verso. Sus delicados e intrincados párrafos se abren como catedrales de música. Pequeño, frágil y singularmente cortés, su imagen perdura en la memoria de los hombres como la de un personaje de ficción, no de la realidad.

Jorge Luis Borges: Introducción a la Literatura Inglesa


La reputación en español de De Quincey aún descansa, de forma casi exclusiva, en los ensayos del opio, en la sátira sobre el crimen como arte bella, en la descripción de la agonía de Kant, en los textos sobre sus mayores (Coleridge, Wordsworth) y en un puñado de otros artículos poco frecuentados. Este libro, que llamamos La farsa de los cielos, reúne ocho textos de De Quincey nunca antes traducidos a nuestra lengua. Salvo el último –un fragmento descartado de Las confesiones de un Come-Opio inglés de 1821– son todos artículos publicados entre 1823 y 1851. La selección quiere ampliar la escena, interrogar algunos tonos, algunos énfasis. Contra el soñador sublime e idealista, La farsa de los cielos invoca al cómico, al hombre que ríe de la ruina de la carne. Contra el corazón solitario y el anhelo, al observador del presente. Contra la solemnidad de los ancianos, a los niños. Y así, desde el limbo romántico, el Come-Opio baja, más pleno de contradicciones, al teatro del siglo diecinueve y su populosa fantasmagoría. 

Julio Salgado


Thomas De Quincey

En 1802 se fugó de la escuela y vagó por Escocia e Irlanda. Terminó en Londres sin dinero, y más tarde ingresó a Oxford. En 1804 conoció el opio. En 1807, a Wordsworth y Coleridge. Abandonó la universidad sin título y se instaló en el Lake District. En 1816 tuvo el primero de ocho hijos con Margaret Simpson, una campesina de la zona. Con el opio mantuvo siempre los complejos lazos de la adicción, que oscilan entre la amistad compensatoria y el sometimiento despiadado. Dejó escrita su experiencia en Confessions of an English Opium Eater, que publicó, con gran éxito, en la London Magazine (1821), y en libro (1822). Desde entonces vivió del periodismo, pero vivió mal, siempre endeudado. Colaboró con diversas publicaciones, de las cuales fue la mayor la Blackwood’s Magazine. En 1830 se instaló en Escocia, donde vivió hasta su muerte. Escribió biografía, autobiografía, crítica y ficción. Escribió sobre historia, filosofía, literatura, política, teología y economía. Hizo, también, traducciones y plagios. De su extensa obra se han traducido al español unos pocos títulos, entre los que destacan Del asesinato considerado como una de las bellas artes y Los últimos días de Immanuel Kant. Fue leído y admirado por: Poe, Carroll, Baudelaire, Chesterton, Wilde, Borges y Proust entre otros. Invirtió sus últimos años en montar su obra dispersa. Murió en Edinburgo el 8 de diciembre de 1859, a los 74 años de edad.